sábado, 8 de mayo de 2010

Un nuevo huésped

El dolor ya está empezando a formar parte de mi, parece que va encontrando su lugar en mi mente y en mi corazón.
Me cuesta respirar. No consigo completar adecuadamente las respiraciones.
Está comenzando a hospedarse y no para de moverse en mi interior.

Que tristes son los días sin ti… que vacíos y que llenos de sombras. Al igual que ayer te echo de menos… pero ahora sé que pase el tiempo que pase, no será posible dejar de echarte de menos. Quizá consiga recordarte de otra manera y no caer al suelo al pensar en ti. Pero descarto la idea de olvidarte o de dejar de echarte de menos.

lunes, 3 de mayo de 2010

He vuelto a tener razón

Sentir que no existe un mañana factible, que del hoy no se puede pasar. Que no importa quien esté, quien estuvo o quien estará. ¿Quién estará? Nadie estará. Nunca más. Nadie volverá a cruzar esta barrera para adentrarse dentro, romper todo y volver a irse, así sin más. Dejando abiertas de par en par las puertas, destrozando los candados y deshojando las paredes. Rompiendo las losas del suelo y fundiendo todas las bombillas, que un día no muy lejano cambió con sus propias manos. Ahora respirar es un proceso fisiológico sin ningún sentido más, imposible evitar. Aunque realmente me parezca innecesario. Nada nunca mejorará y realmente prefiero que sea así. Todo está por estar, la magia o aquello inexplicable fue un ingenio de mi cerebro por huir de la normalidad. Nada fue real, un sueño. Un maldito sueño que crea esperanzas y luego las destruye al chocar con la realidad. Despertar y chocar… chocar. ¿De qué sirve soñar? ¿Para que soñamos? ¿Por qué? ¿A qué viene esa farsa? Imaginar por unos momentos un mundo de colores, ideal para luego despertarte y darte cuenta de que nada de eso es real. Que es imposible. Una toma de conciencia, un “mira esto que bonito, que maravilloso, ¿lo ves? Que cerca lo tienes, puedes casi tocarlo… olerlo… saborearlo… sentirlo… ¡Pues jamás lo conseguirás, jamás será tuyo! ¡Tenlo claro eh, jamás será tuyo!”.

“Me has devuelto la ilusión” me dijiste. Pues bien… tú me la has quitado. Para siempre. Odio que sea así, pero he vuelto a tener razón. Esto no es sino una prueba más de que desgraciadamente tengo razón. Tú que conseguiste que me plantease un posible error en mis teorías, una refutación de mi realidad propia. Tú que casi me convences. Tú que me hiciste pensar que podía existir la “felicidad”, tú. No. No es así. Lo que has hecho más bien, es confirmar más mis modelos, convertirlos en teorías. Afirmarlas empíricamente. Darles consistencia y una prueba más de su fiabilidad y veracidad. He vuelto a tener razón, lo lamento. Pero lo he vuelto a hacer.